-lysxnoir

La llamada de Meiomi me tocó el alma.
          	
          	Y no, no por el hecho de que una modelo —la misma que generó celos en muchxs— estuviera con mi artista favorita.
          	
          	Creo que, inconscientemente, ese día entendí lo que significaba Meiomi.
          	
          	Encontré ese sentimiento en ella: palabras y momentos no dichos… o tan evidentes que preferimos ignorarlos.
          	
          	Conviví durante cuatro meses con una Meiomi, una chica que, tanto en público como en privado, supo satisfacerme de la mejor manera.
          	
          	Yo ofrecía dinero, exclusividad y… algo que no se debería entregar a alguien con complejo de stripper: lealtad.
          	
          	Una lealtad que nunca notó, cegada por el dinero.
          	Pero ayer, después de esa última gota de Pinot, lo entendí.
          	
          	Estar con una Meiomi es tóxico.
          	
          	Es amargo, como el vino tinto.
          	
          	Pero si lo saboreas con cuidado, ese toque dulce se queda en tus papilas…
          	y en la memoria.
          	
          	Al menos hasta que pagues otra botella.
          	
          	                  
          	
          	
          	                                                                            — Lysx

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La llamada de Meiomi me tocó el alma.
          
          Y no, no por el hecho de que una modelo —la misma que generó celos en muchxs— estuviera con mi artista favorita.
          
          Creo que, inconscientemente, ese día entendí lo que significaba Meiomi.
          
          Encontré ese sentimiento en ella: palabras y momentos no dichos… o tan evidentes que preferimos ignorarlos.
          
          Conviví durante cuatro meses con una Meiomi, una chica que, tanto en público como en privado, supo satisfacerme de la mejor manera.
          
          Yo ofrecía dinero, exclusividad y… algo que no se debería entregar a alguien con complejo de stripper: lealtad.
          
          Una lealtad que nunca notó, cegada por el dinero.
          Pero ayer, después de esa última gota de Pinot, lo entendí.
          
          Estar con una Meiomi es tóxico.
          
          Es amargo, como el vino tinto.
          
          Pero si lo saboreas con cuidado, ese toque dulce se queda en tus papilas…
          y en la memoria.
          
          Al menos hasta que pagues otra botella.
          
                            
          
          
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Hoy en la mañana pensé en escribir mi última voluntad: le dejaría mis libros a mi madre, mis acrílicos a mi compañero de arte, y mis poemas los dejaría donde siempre... escondidos.
          
          Dentro de un Mercedes a máxima velocidad vi mi vida pasar frente a mí; mientras colocaba el seguro a un arma, recé para regresar a donde empecé este día: mi cama, mi casa, rodeada de mi familia y mis cosas.
          
          Ahora, en la sala de espera de un hospital clandestino, rodeada de gente que no conozco pero con quien, por una extraña razón, estoy formando vínculos, me doy cuenta de que no importaba si hubiera muerto esta mañana o no: al menos una persona habría llorado. Y esas lágrimas —pequeñas, desordenadas, verdaderas— son la prueba de que algo mío queda en el mundo: un nombre que alguien pronuncia, un libro que vuelve a abrirse, un color que recuerda mi mano.
          
          Mientras haya quien me nombre, algo de mí sigue aquí.
          
          
          
                 
                                                                                 -Lysx 

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Dicen que después de la tormenta llega la calma, que tras la caída de un rey una nueva victoria se alza para gobernar.
          Pero pocos cuentan la verdad: la calma nunca llega, lo que llega es el miedo.
          
          El miedo a que otra tormenta arrase con todo, a que otra mano reclame el trono sin importar a quién destruya en el camino.
          Ese es el destino de quienes sobreviven a la tempestad: aprender que la paz no existe, solo la espera tensa de la próxima herida.
          
          Y quizá ahí esté la enseñanza…
          no en confiar en la calma, sino en aprender a vivir en medio del huracán, porque solo quienes entienden la tormenta logran resistirla.
          
          
          
          
          
                                                                                    -Lysx

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La ley se sostiene de dos raíces:
          la justicia y la supervivencia.
          
          La justicia me dice que todo acto merece un pago.
          La supervivencia me recuerda que a veces romper las reglas
          es la única forma de seguir respirando en este mundo lleno de injusticias.
          
          En su mapa somos los malos.
          En casa, solo hacemos lo necesario para vivir mejor.
          
          Soy hipócrita, sí.
          Detesto ocultar lo que hago,
          pero me aterra más la idea de vivir sin el beneficio que me da.
          
          
          
                                                                             -Lysx