Ni siquiera ella misma sabía por qué estaba llorando instantaneamente, no cuando se suponía que ya había aceptado la fatalidad de su situación, de algún modo u otro se suponía que iba a morir, ¿no? Y aún así desconocía porque, ante la ilusión de una posible muerte, no había hecho más que...ponerse a llorar.
Sintió las lágrimas que corrían por sus mejillas, intentando respirar profundamente para recuperarse, por suerte cuando la realidad volvió a su lugar y logrando respirar con mayor normalidad, al menos más que antes. Y luego la sensación de las manos ajenas le permitió poner los pies en la tierra, incluso cuando se trataban de las mismas manos que pensó que la matarían.
— ...Perdón... Yo no...no quería... —
Susurró aquella, sus orejas agachándose por la vergüenza a pesar de que su cola y su cuerpo aún se sacudían con algo de miedo, por más que intentaba no demostrarlo. Intentaba disculparse por su propia reacción, pero pronto se había percatado de que le era imposible poner las palabras correctas, así que solo dejó de intentar recomponerse. Lo siguiente que supo es que de forma instintiva había abrazado al contrario, como si parte de ella aún temiera en desaparecer.