Somos como barcos navegando en un mar embravecido, a veces llevados por corrientes impetuosas, otras veces varados en costas desconocidas. Las tormentas de la vida nos azota, dejando a nuestro paso cicatrices profundas que marcan nuestro ser.
La nostalgia es un faro que ilumina un pasado idealizado, un lugar donde las preocupaciones eran menores y la felicidad parecía eterna. Pero el pasado es un fantasma que nos acecha, recordándonos lo que fuimos y lo que perdimos.
La tristeza, como una sombra alargada, nos acompaña en los días nublados. Nos susurra al oído que no somos suficientes, que nunca seremos felices. Y nos hundimos en un pozo de melancolía, buscando consuelo en los recuerdos.
Sin embargo, en el corazón de cada tormenta, nace una nueva oportunidad. Como el fénix que renace de sus cenizas, nosotros también podemos levantarnos de las adversidades y encontrar la fuerza para seguir adelante.
La vida es un viaje lleno de altibajos, de luces y sombras. Y aunque el camino sea a veces tortuoso, cada experiencia nos enriquece y nos transforma. Las cicatrices que llevamos son medallas de honor, que nos recuerdan nuestra capacidad de resistir y superar.
La felicidad no es un destino, sino un estado de ánimo que cultivamos día a día. Es la sonrisa de un extraño, el abrazo de un amigo, la belleza de un amanecer. Es la gratitud por lo que tenemos y la esperanza en lo que está por venir.
Somos seres resilientes, capaces de superar cualquier obstáculo. Y aunque a veces nos sentimos perdidos y solos, siempre hay alguien que nos extiende una mano y nos invita a seguir caminando.
- Argentina
- JoinedJuly 31, 2023
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