Una noche más me siento a contemplar las estrellas y la magia que traen ellas.
Desde este sillón parecen tan insignificantes y pequeñas, pero ¿Lo son realmente para la Luna? 

Volví la siguiente noche a observar rutinariamente el cielo nocturno, como era de esperarse la Luna estaba ahí, pero lucía esta vez un tanto opaca... Entonces me percaté que ninguna estrella estaba rodeándola... Fue ahí cuando entendí la importancia para ella de la compañía de éstas. Fue la ausencia de cada lucero que me hizo comprender cuán esenciales son para la Luna y el sentido que le daban a su existencia.

Decidí recostar mi mejilla en el frío cojín de mi mueble. Cerré mis ojos e imaginé todo. Ví a cada cuerpo celeste brillante danzar en el regazo de la Luna y ésta lucía más esplendorosa de lo habitual. Supe en ese instante que cada estrella que para mi era insignificante, para la Luna significaba una razón más para continuar destellando durante las noches frívolas y oscuras.

-gg