Hay un espacio entre mis huesos y mi piel. La mayoría pensaría que ese espacio está relleno con músculos, órganos, tendones y todo lo que una persona tiene... Pero a veces pienso y creo que lo único que hay ahí, es un ser que no pertenece a un espacio tan reducido como es el vacío entre mis huesos y mi piel. Este ser se pasea por la pequeñez de mi cuerpo, desde mi pecho, presionándolo para que me cueste respirar, hasta mis piernas, moviéndolas sin preguntarme si quiero, ni parándose a pensar si va a ser perjudicial para mí.
Sé que algún día me hará saltar de un precipicio, sólo para que aprenda a caer bien... Pero por el momento seguiré gritando por no caer y por tener un cuerpo abrazable, que sí esté relleno de músculos, órganos y tendones.