Del nuevo Au Mystic.
Sōta tenía problemas para dormir desde que se marchó de su casa, siempre se quedaba despierto varias horas incluso si tenía sueño o estaba muy cansado, fue por esto una de las razones que comenzó a usar un antifaz, lo que lo ayudaba a cubrir sus ojeras.
Cuando se unió a los otros tres fue incluso un poco más complicado, puesto que estaba durmiendo con desconocidos cerca, a demás de que lusian muy peligrosos, más aún ese tal Nitsuru.
–¿No pudiste dormir?– preguntó Kenji parado al lado de la cama de hotel, la duda había surgido luego de ver que no se levantó para desayunar.
–No– respondió cansado, removiendose entre las sábanas con una exprecion ligeramente molesta y abatida. –Hace meses– murmuró, Kenji hizo una mueca.
–Mmmm...– pensó unos momentos hasta que algo se le ocurrió, era infantil pero había funcionado con Masato. –A ver, correte– le dió un pequeño empujón en el hombro a Sōta, quien se corrió sin decir mucho, demaciado cansado como para siquiera negarse. –Veni– dijo una vez se acomodo, extendiendo los brazos para poder atraerlo.
–¿Qué? No, cabron. No te voy a abrazar– se quejó sin mucha gana, intentando apartarlo, la idea de que lo abrazara aún no estaba muy presente en sus anhelos.
–Ya lo estás haciendo, boludo– se rió Kenji, Sōta estaba tan cansado que ni siquiera se daba cuenta qué, de hecho, estaba estaba acurrucado en sus brazos.
El menor hizo un puchero, refunfuñando en voz baja mientras se cruzaba de brazos, luego apoyó ligeramente su cabeza en su pecho. Estando en los brazos del mayor se dió cuenta que era cálido y acogedor, algo que lo sorprendió y también tranquilso, era una sensación que no tenía desde hace mucho tiempo, quizás años.
–Arroro mi niño, arroro mi sol– comenzó a cantar suavemente, su voz melodiosa y lenta mientras le daba pequeñas y suaves palmaditas en la espalda a Sōta, quien se sentía un poco confundido por todo esto. –Duermace pedazo...de mi corazón– ah, era una canción de cuna.