AGreenButterfly

Su mirada de encontraba perdida como todos los días. Sus ojos cafés opacos, casi grisáceos, no apartaban la vista de la ventana. De vez en cuando daba algún signo de vida, se mordía  el labio o fruncía el ceño y eso lo llenaba de un alivio tan grande que casi era incomprensible; pero ver a quién amas sólo hacer algo más que mirar lejos y, debes en cuando, temblar sin razón alguna, destruiría a cualquiera. Él estaba afrontándolo con fiereza, llegaba todos los días con una sonrisa y se iba con una igual de grande, pero,  además, con otra grieta en su corazón por no haber tenido avances. Y aún así regresaba al día siguiente, porque la amaba y dudaba que fuera capaz de amar a alguien tanto como a ella. Lo dudaba demasiado. 
          	
          	—Hola, cariño —susurró, los sonidos fuertes le asustaban.
          	
          	Vio como un ligero escalofrío la recorría y amplió su sonrisa, porque esa era la señal de que le reconocía. 
          	
          	—¿Cómo has estado? —Dijo, aunque sabía que no respondería, sentándose en la cama con sábanas blancas, como todo en el lugar—. ¿Te tratan bien? 
          	
          	—Sí, de hecho son muy pacientes y dulces conmigo —contestó ella con un hilo de voz. 
          	
          	Su corazón se detuvo unos instantes, y levantó la vista del suelo de golpe. Al verla con la mirada en la ventana, temió que se lo hubiera imaginado. No sería algo raro. 
          	
          	—¿Cómo? —Preguntó, con la esperanza de que volviera a hablar, para escuchar, después de mucho tiempo, el suave cántico de su voz. 
          	
          	—Qué son muy dulces —dijo, mirándolo a penas una fracción de segundo antes de regresar la cara a la ventana. 
          	
          	Y entonces no hubo duda, ella había hablado. Después de cinco años de silencio. 
          	
          	—AGreenButterfly. 
          	
          	
          	

LupinyWillie

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AGreenButterfly

Su mirada de encontraba perdida como todos los días. Sus ojos cafés opacos, casi grisáceos, no apartaban la vista de la ventana. De vez en cuando daba algún signo de vida, se mordía  el labio o fruncía el ceño y eso lo llenaba de un alivio tan grande que casi era incomprensible; pero ver a quién amas sólo hacer algo más que mirar lejos y, debes en cuando, temblar sin razón alguna, destruiría a cualquiera. Él estaba afrontándolo con fiereza, llegaba todos los días con una sonrisa y se iba con una igual de grande, pero,  además, con otra grieta en su corazón por no haber tenido avances. Y aún así regresaba al día siguiente, porque la amaba y dudaba que fuera capaz de amar a alguien tanto como a ella. Lo dudaba demasiado. 
          
          —Hola, cariño —susurró, los sonidos fuertes le asustaban.
          
          Vio como un ligero escalofrío la recorría y amplió su sonrisa, porque esa era la señal de que le reconocía. 
          
          —¿Cómo has estado? —Dijo, aunque sabía que no respondería, sentándose en la cama con sábanas blancas, como todo en el lugar—. ¿Te tratan bien? 
          
          —Sí, de hecho son muy pacientes y dulces conmigo —contestó ella con un hilo de voz. 
          
          Su corazón se detuvo unos instantes, y levantó la vista del suelo de golpe. Al verla con la mirada en la ventana, temió que se lo hubiera imaginado. No sería algo raro. 
          
          —¿Cómo? —Preguntó, con la esperanza de que volviera a hablar, para escuchar, después de mucho tiempo, el suave cántico de su voz. 
          
          —Qué son muy dulces —dijo, mirándolo a penas una fracción de segundo antes de regresar la cara a la ventana. 
          
          Y entonces no hubo duda, ella había hablado. Después de cinco años de silencio. 
          
          —AGreenButterfly. 
          
          
          

AGreenButterfly

Ella no podía evitar sonreír cada vez que él hacía ese gesto. Fruncía el ceño ligeramente, pero después lo relajaba mientras una sonrisa crecía en sus labios. Amaba cuando hacía eso, pero ella amaba todo de él. Sus carcajadas que siempre estaban en diferentes tonos, muy estruendosas; sus ojos de diferente color, amaba tanto al café como a el azul; sus risos demasiado incontrolables, quería pasar sus manos por ellos que siempre lucían tan suaves; y, sobre todo, amaba la dulzura de su sonrisa. 
          
          Ojalá pudiera hacer algo más que verla de lejos, pero, aunque quisiera, todo se lo impedía. Y, a pesar de que a veces unas leves cargas de adrenalina la invitaban a hablarle, siempre reaccionaba demasiado pronto, sin siquiera llegar a decirle un simple «hola».  
          
          Es una lástima que jamás supiera que él la amaba tanto como ella. 

AGreenButterfly

Simplemente ella estaba confundida, no sabía que hacer. Quería ayudar, de eso no existía duda; pero no sabía cómo. Escuchaba atentamente cada palabra, veía detalladamente cada gesto, pero a la hora de decir las respuestas su lengua se enredaba y ya nada de lo que decía tenía sentido. A veces simplemente quería olvidar, no sentir esa tremenda necesidad de ayudar, aunque igualmente cada vez regresaba la culpa con más fuerza. ¿Por qué el corazón tiene que mandarse sólo? ¿Por qué tener buenos sentimientos trae tantas concecuencias? ¿Cuándo las personas entenderían que ella sólo era alguien más como ellos y que cometían los mismos errores?

AGreenButterfly

Todos los días algo nuevo pasa, alguien diferente muere, un nuevo bebé ve la luz del día. Cada día, la luz del sol ilumina el cielo y después la luna lo cubre con su manto negro. Cada día, la vida sigue, aunque tú no seas capaz de darte cuenta. 
          
          —AGreenButterfly

AGreenButterfly

El dolor, la opresión, la angustia, cada una de ellas se sentía a cada segundo más vívida en el centro de mi pecho. Se sentía como si me estrujaran el corazón lentamente y sin remordimientos. 
          
          El nudo en la garganta, el típico nudo en la garganta comenzaba a tener otro significado. Sentía como si apresaran mi tráquea con ambas manos y tuvieran la intención de arrancarmela. ¿Así se sentirá ser asfixiado? 
          
          Pero, lo peor de todo no era eso, ojalá lo fuera. 
          
          Lo peor era el sentimiento de impotencia, de frustración. Tener que mirar todo lo que ocurre y no ser capaz de mover un dedo en esa dirección, sentirse paralizado desde la punta de los pies hasta la esquina de cada cabello.
          
          Las palabras jamás dichas que queman en tu garganta, las ganas de gritar y hacer entender a todo el mundo que las cosas no son como aparentan. 
          
          Las ganas de al fin sentirse libre, esa posibilidad que se veía sin duda en demasía inalcanzable.
          
          
           —AGreenButterfly

AGreenButterfly

Vemos un mundo todos los días, 
          
          vemos como todos sonríen y sufren, 
          
          vemos como la sociedad cambia y destruye, 
          
          vemos como los días pasan cual vagones de tren, 
          
          vemos todo pero no actuamos; 
          
          sólo observamos
          
          como simples espectadores en un tribunal, 
          
          como ojos que sienten pero no son capaces de afrontar la verdad, 
          
          como conciencias sin alma ni voto.
          
          —AGreenButterfly

AGreenButterfly

Mirar a lo lejos las luces de la ciudad, observar como la vida fluye, las personas se entrelazan y el destino cambia cada día. Ver como todo tiene un ritmo que seguir, que conservar. Como todo continúa sin detenerse un momento a descansar. Ser conciente de que tu también tienes que continuar, de que a pesar de todo no puedes quedarte estancado. No importa ya todo lo que sufriste, porque ya pasó. No hay nada más que hacer además de olvidarlo, o utilizarlo para fortalecerse. No importa ya todo lo que reíste, porque mañana seguirás riendo aunque ahora no lo hagas. No hay nadas más que hacer que construir el futuro con el que sueñas cada noche. 
          
          Y, con ese pensamiento, él se levantó y se fue, estando seguro de que ahora en adelante sería capaz de seguir contra todo. 
          
          —AGreenButterfly