Hoy me siento roto. Tengo un corazón de vagabundo y me quedé sin mi dama. Me pregunto dónde está el amor, dónde quedó tu mirada. Sé que me odias, pero aún así le hablo a la luna, preguntándole si en tus noches también me pensás.
Me importa un carajo el dinero y los regalos; te amaba de verdad, soy sincero. Nunca te abrí mi corazón, nunca hablé de lo que sentía, y eso duele. Le pedí a Dios un chance, una bala, algo que me diga si esto es un adiós o un hasta luego.
No puedo sin tu amor. Aún recuerdo cada momento contigo, aunque fueran pequeños, y me mata pensar que no supe amarte. Me imagino qué habría sido de nosotros en otra vida… pero acá, quien te besa al despertar es otro.
Paso noches pensando si te volveré a ver. Conozco tu sonrisa, tu perfume, hasta la parte más íntima de tu cuerpo. Rayando paredes con tu nombre, dibujándote en mi cuaderno… y aun así me siento vacío.
Dije que me iba, me hice el difícil, quise que te quedaras, pero nunca te presumí. Ahora lo entiendo: te perdí por no saber amar. Te busco en tragos amargos, en recuerdos, y aunque intento olvidarte, no puedo. Tal vez sos mi castigo y, aun así, te persigo como un perro tras su hueso.
No entiendo qué pasó. Nuestro amor un día funcionó, pero se deterioró. Nuestro planeta de amor se destruyó con meteoros, y nunca volvió. Me dolió, me cambió, y aun así te extraño. Pero si estar juntos nos hacía daño, quizás es mejor así.
Cupido y yo ya no somos amigos; ahora somos enemigos. Te di todo lo que tenía y te fuiste sin decir adiós. Y aunque suene extraño, todavía te amo y me duele que no pueda tenerte.