Pero cuando llegó el momento de hacerlo, la piel de mi muñeca parecía tan blanca e indefensa que no pude. Era como si lo que yo quería matar no estuviera en esa piel, ni en el ligero pulso azul que saltaba bajo mi pulgar, sino en alguna parte más profunda, más secreta y mucho más difícil de alcanzar.
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Story by Alejandra Romero
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INCUBUS
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Hay dos tipos de personas: las escépticas y las creyentes.
Por más de una década viví como el primer tipo de...
#6 in incubus
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