Te escribo y no sé quien eres,
ni siquiera nos conocemos,
pero te escribo y además te pienso,
no te lo niego.
Te pienso y espero cada mañana
poder decirte… «Hola,brujita»,
imaginando tus… «Hola, poeta»,
y lo imagino con algo de miedo
pero no a ti,
sino, a tus risas, que cuando las oigo
me tambalean
a esa carita de chocolate que me encanta,
a tu simpatía y tus destellos de sana locura,
que consiguen llegarme
y hacer que las cosquillas
me recorran entero hasta mojarme
Por todo esto, te pienso
y te pienso como te miro,
porque, tú no lo sabes pero,
te estoy mirando…,
más allá de los ojos, te veo.
Y cuando nos hablamos
preparo mi voz
y con ella, te llego…
o al menos eso quisiera
o al menos eso intento.
Despliego mi imaginación
y con ella… te siento,
y te lo oculto, pero te tiemblo…
porque siento que me embrujas y te temo…
Pero no es a ti,
sino, a mis miedos
pero aún así, aquí me tienes
por si me quieres contar de viejas lágrimas,
para cuando quieras compartir nuevas risas,
por si tengo suerte
y quisieras jugar a inventar conmigo,
cosquillas a distancia.
Te miro, te seguiré mirando…
desde lejos y mucho más allá de los ojos
te veo, te siento, me río, te río,
me mojo, te mojo, te tiemblo y quiero que me tiembles,
que me desees, que te entregues, que confíes, que seas mía,
tenerte, que me tengas, morderte, comerte a bocados
entera y muy despacito,
ser tu dueño, que seas mi sumisa,
hacer lo que me pidas…