-Tengo miedo de abrir los ojos a la realidad y descubrir que todo esto fue sólo un sueño -dijó y en sus hermosos ojos comenzaron a arremolinarse las lágrimas-. Tengo miedo de no volver a verte -una de ellas resbaló silenciosa dejando un camino húmedo por una de sus mejillas.
No podía permitirme verla llorar, no lo soportaría. No quería que esto terminara así. Por lo que me tragué el nudo que comenzaba a formarse en mi garganta y le contesté:
- Mi querida... - comencé - En los jardínes floridos de la memoria -tomé sus manos entre las mías temblorosas-, en el palacio de los sueños: Es ahí donde tú y yo nos veremos.
-Pero un sueño no es la realidad - renegó y otra lágrima se le escapó.
-¿Quién puede decir cuál es cuál? -dijé esbozando una pequeña sonrisa, logrando que ella también lo hiciera.
Se acercó y me vi sorprendido en un abrazo suyo, el cual correspondí de inmediato.
Mi sonrisa desapareció, enfocándome en esa muestra de afecto que me provocó muchos sentimientos a la vez. Acaricié su enmarañada melena rubia y apoyé mi mejilla derecha en ésta, deseando jamás soltarla y poder disfrutar de esa maravillosa sensación que era tenerla entre mis brazos.
Lamentablemente se separó de mí, terminando así con el contacto. Sin embargo, nuestras manos seguían unidas con firmeza y fue así como permanecieron hasta el final.
-Hasta pronto -dijó y echó un vistazo rápido a todos, hasta detenerse en mí y mirarme afligida. Pude leer un "lo siento" en su mirada y ver caer nuevamente una lágrima más de sus órbes cafés.
Aflojó el agarre de su mano y fue desprendiéndola de la mía, lentamente, hasta rozar la yema de nuestros dedos y terminar de cruzar el espejo.
Quedé con la mirada perdida en lo que ahora sólo era mi reflejo, con el brazo aún extendido y murmuré unas palabras que sólo yo pude escuchar. Unas palabras que me hicieron desmoronarme por completo al entenderlas y saber que esa había sido la última vez que la vería:
-Hasta siempre, mi Alicia...".