Dios, quiero llorar por mis faltas de ortografía, es normal que tenga errores por la edad que tenía cuando escribía, pero es que es imposible no llorar, también se nota cuánta ayuda necesitaba en esos tiempos difíciles de mi infancia, claro, la ayuda nunca llegó y terminé como estoy ahora. Ah, la triste y dolorosa realidad.