¿Qué es la soledad, sino un eco vacío,
un susurro en la sombra, un cruel desvarío?
Una vez tuve aliados, un círculo ardiente,
mas el viento los llevó, fugaz y silente.
Cenizas danzaron en brisas lejanas,
testigos de un fuego que ardió en mi vista.
Pero vino la lluvia con su beso callado,
apagando la llama, dejándome helado.
¿Queda alguien que entienda, que escuche, que vea?
¿O soy solo un alma que el mundo pasea?
Tal vez la verdad es un rostro oculto,
un reflejo en el agua de un tiempo sepulto.
Así, vagaré entre sombras y niebla,
sin más compañía que el alba que tiembla.
Oh, pobre de mí, susurro al abismo,
¿será este mi sino, mi eterno exilio?