En ese estado, se sentía como si su peso fuera equivalente al de una pluma. La tranquilidad finalmente se había apoderado de todo su ser, dándole una sensación que nunca antes había experimentado.
Entonces, aquel que fue él mismo le habló. Le habló como si fuera otra persona, una persona con la misma voz, el mismo ser, y la misma alma. No le dijo nada, pero bastó para que entendiera el porqué del todo.
Lo que vivió aún no podía procesarlo, aunque le había quedado más que claro que algo había pasado.
Cómo si fuera el aullido de su propio ser, un sonido lo arrancó cruelmente de su paz, desconectándolo más que cualquier cosa. Confundido, dejó que una brillante y molesta luz entrara a sus ojos, aún averiguando dónde estaba.
Un espacio conocido e iluminado se abrió mate él, dándole una sacudida de profunda decepción. Su habitación. La alarma sonaba, así que eso era lo que lo había molestado. La apagó sin muchas ganas y se giró para ver el calendario. Era lunes.
"La re chucha"...