No quiero que sea Navidad...
Me encuentro sola, sentada en el patio de mi nueva casa llorando porque ya es diciembre. Mi vida poco a poco se vuelve vacía, escribo los poemas de amor más hermosos que he leído y me lleno de dulzura con los personajes que hago, pero cuando se acercan estas fechas, no puedo evitar pensar en lo que pudo y no fue.
En el vecino que se fue sin decirle adiós a su familia y sin probar unas torrejas que nunca hice porque ya no miraba el sentido de hacerlas.
Pienso en mi abuela y todas las veces que quería que yo tuviera novio... lloro más por eso, porque no puedo darle ni eso, perdón a este punto hasta yo siento la culpa de tu partida.
Pienso en mi abuelito y aquí pierdo por completo mi razón y me desmorono a llorar porque todavía nos faltaba mucho que vivir.
Me siento inútil todos los días y la prima fea de ambas partes de mi familia.
Solo quiero quedarme en cama, para siempre y mejor aún; no quiero que sea Navidad.
Un milagro celestial hace que llueva y yo me quedo inmovilizada porque quiero ahogarme en mis propias penas. Navidad ya no es nada si solo me trae esos recuerdos.