Con frecuencia, las dificultades que enfrentamos son parte del proceso mediante el cual Dios nos prepara para recibir lo que tanto hemos pedido. Aunque nuestro deseo puede ser el correcto, a veces el momento no es el adecuado o podemos carecer de las habilidades necesarias para retenerlo. Por tanto, la preparación nos fortalece y moldea nuestra alma, garantizando que lo que anhelamos no nos perjudique, sino que se convierta en una bendición continua en nuestra vida.