Hay placeres en la vida que simplemente son tan morbidamente excitantes que no se pueden describir.
Un ejemplo es pasar un filo por zonas vitales, sentir su frío pasar por la piel, arriba de tus venas, saber que con un poco más de fuerza eso terminaría de manera terrible, ejercer más fuerza para sentir más morbo, que un torbellino de pensamientos invada tu cabeza, el escalofrío que sientes al darte cuenta de tus peores deseos, empezar a escribir el nombre de alguien, sentir como una pequeña gota de sangre emana de ti, ver esa hora manchar el nombre que escribías y sentir una combinación de excitación y miedo.
Para mí ese es un gran placer de la vida que se debería de sentir una vez al menos.