Los edificios de mi mundo, ése que aún apenas era capaz de sostener sobre mis hombros, empezaron a derrumbarse y no me fui dando cuenta hasta que tuve que irme de mi casa para empezar de cero en otra ciudad.

Aprendí que la distancia es una dificultad, pero jamás será una excusa si te impulsa el corazón.

Me rompieron el corazón aún sin ser mi pareja, me hirieron en lo más hondo y me dejaron sola cuando más necesitaba a alguien.

Me fui con una maleta como acompañante y tardé un año en volver más fuerte y rota que nunca.

Por primera vez volví hecha una ruina, hasta con grietas por fuera.

Aún me rompo más fácil de lo que debería, será que aún soy una niña aprendiendo a sobrevivir a un huracán. Me pueden los golpes, me duele la sangre y aun así siempre me uso de escudo para proteger a quienes adoro.

Me he roto, llorado, reído y soñado sobre cada una de estas líneas y aún me queda un montón de veces por hacerlo.

Porque me he enamorado del desastre, pero ya me estoy arreglando.