Recluida...
Dentro de mi mente, dentro de mi cuerpo, dentro de cuatro paredes que yo misma forje.
Nunca te das cuenta de lo mucho que anhelas ser libre y volar hasta que estás encerrado. Si esta prisión fuese enteramente física romper las barreras no me sería tan complicado pero, como siempre, para mi no es tan sencillo como eso, a veces con la intención de protegerte a ti misma alzas unos muros tan grandes que te ciegas, te encierras tanto que te pierdes. Las murallas que has construido son tan grandes, gruesas e invulnerables que ya no puedes deshacerte de ellas. Aunque lo desees con todo tu corazón, aunque arremetas contra ellas, grites, llores y te hagas daño. La barrera sigue ahí, imperturbable, imponente y frustrante.
¿Qué te queda entonces? Seguir luchando aunque sea en vano, o tal vez rendirte y mirar tu vida pasar a través de una nebulosa? Ojalá tuviera respuesta a eso. Ojalá supiera que hacer. Ojalá pudiera romper ese muro que me desconecta de la realidad, ojalá fuese yo.
Pero mientras, sigo aquí, en la fría, oscura y solitaria reclusión a la que yo misma me desterre voluntariamente.
Ojalá no te hubieran hecho tanto daño, ojalá no estuvieras tan rota, ojalá brillarás como solías hacerlo y volarás como lo hacías, ojalá volvieras a ser tu...
¿Algún día volveremos a serlo?