@ Estandek Con un movimiento rápido, Melissa tomó la muñeca de Mei con un agarre firme, casi brutal. La fuerza del agarre fue tal que, de haber sido una humana común, los huesos de la pelirosa se habrían hecho añicos en un instante.
El rostro de Mei mostró un destello de dolor, pero su sonrisa no se desvaneció. Si acaso, se ensanchó. “—Oh, vaya, Melissa-chan... Parece que no eres tan diferente de mí después de todo. —”
Melissa apretó los dientes, sintiendo su propia fuerza inhumana pulsar en sus dedos. “—No me compares contigo, Hatsume. Yo nunca traicioné a los míos. —”
“—¿Los tuyos? —” Mei se inclinó un poco hacia adelante, ignorando el dolor que seguramente sentía en su muñeca. “—Dime, ¿qué tan tuyos eran? Porque, mírate. Ahora eres una creación más, una combinación de carne y máquina. Un milagro de ingeniería, claro, pero... no completamente humana. —”
Melissa apretó aún más, sus ojos brillando con una mezcla de ira y algo más profundo: la duda que las palabras de Mei sembraban. Pero no respondió. Solo la soltó de golpe, como si tocarla fuera repulsivo, y dio un paso atrás, su respiración pesada mientras intentaba controlar su furia.
“—No importa lo que diga tu boca —” dijo finalmente Melissa con una voz baja, pero cargada de emoción. “—Tú ayudaste a destruir todo lo que era importante. No tienes derecho a hablarme como si fuéramos iguales. —”
Mei masajeó su muñeca, el dolor era evidente, pero seguía sonriendo con ese aire desafiante. “—Tal vez no seamos iguales, Melissa-chan. Pero no te equivoques... Eres tan imperfecta como yo. —”
Ambas quedaron en silencio, las chispas de la maquinaria chisporroteando detrás de Mei, llenando el vacío entre ellas mientras las palabras aún colgaban en el aire.