Creo que mi última nota ya no pertenece a una historia en particular, sino aquí, en este muro de mensajes, donde cualquiera que pase por aquí pueda leerla, sin importar cuánto tiempo haya pasado.
Con Antes del Arcoíris terminado, siento que al fin me libero del peso de haber dejado cosas inconclusas en mi vida. Y con Persona Correcta, Momentos Equivocados, solo quise compartir con ustedes una pequeña parte de lo que fui mientras estuve aquí, escribiendo durante tantos años. Y aunque omití mis batallas personales como el trauma familiar nacido del divorcio de mis padres, mi relación complicada con mis hermanos, los constantes viajes, interminables visitas al hospital y mucho más, es la historia más real que les puedo regalar.
Y todo eso formó parte de quien fui, y de quien soy ahora, y de quién seré en un futuro.
A lo largo de los años he leído cómo mis escritos le cambiaron la vida a ustedes, mis lectores. Pero creo que nunca supieron, porque nunca lo expresé correctamente, cómo cada palabra, mía o de ustedes, me ayudó a navegar el mar de dolores de una persona rota.
Si tuviera que agradecerle a alguien en particular, sería a Juan, quien me animó a publicar La Chica de la Ventana. Como nos dijimos aquella noche en la que nos despedimos: fuimos perfectos para el momento, y el momento simplemente se acabó. Y casi fuimos el amor de nuestras vidas.
También le agradecería a Mariana. Porque ella creía que escribía mis historias pensando en Camren, cuando en realidad lo hacía pensando en ella. Y aunque sé que le dolía en el alma saber que solo podíamos llamarnos amigas, y lo sé porque a mí también me dolía, ella nunca se fue de mi lado. Y yo tampoco me fui del suyo.
Y finalmente, les agradecería a ustedes, que supieron individualmente darle sentido a las palabras de un corazón roto que hoy, por fin, puede sanar.
Hasta siempre,
Lore.
Y de corazón, les deseo la mejor de todas las vidas.