“La gente siempre ha dicho que me parezco a Bailey,
pero no es cierto.
Yo tengo los ojos grises y ella verdes, 
la cara ovalada y ella con forma de corazón,
yo soy más baja, delgada, pálida,
sosa, corriente, dócil.
Sólo compartíamos una maraña de rizos
que yo aprisiono en una coleta 
mientras que ella los lucía, 
locura
alrededor de su cabeza.
Yo no canto mientras duermo
ni engullo pétalos de flores
ni corro hacia la lluvia en lugar de huir de ella.
Yo soy la versión acústica,
la hermana acompañante
guardada en un rincón de su sombra.
Los chicos la seguían por todas partes;
llenaban las mesas del restaurante 
donde ella trabajaba de camarera,
se arremolinaban a su alrededor en el río.
Un día vi como un chico se le acercaba por detrás
y arrancaba un pelo de su larga melena.
Yo lo comprendí...
Me sentía igual.
En las fotos donde salimos juntas,
ella siempre mira a la cámara
y yo siempre la miro a ella.”


                                                         El cielo está en cualquier lugar.