Y ahí está ella, va por la vida sin ton ni son, hablando con su Álter ego y amigos imaginarios que viven dentro de si.  Podría decirse que es inusual, le gusta el rock y al escuchar su banda favorita a todo volumen, se transforma, saca todos sus demonios y con ellos comienza a danzar. Va vociferando blasfemias, brinca, grita, corre y  manda al demonio todas las críticas que le han hecho, se mira en el espejo y  le gusta lo que ve, se suelta el cabello, se pinta los labios de rojo puta y se convierte en una maldita perra arrogante, si, así es ella, lástima que al terminar la música, de la perrita egocéntrica solo queda el eco.

17. Venezuela. 

¿Nos leemos?