En el silencio profundo te encuentras,
Soledad, compañera de mis penas.
En tus brazos fríos busco consuelo,
Aunque a veces sienta un intenso anhelo.
Muerte, en tu abrazo final reposaremos,
Los dos mundos en uno nos fundiremos.
Soledad, a tu lado a veces lloro,
Pero entiendo que en ti hallamos tesoro.
Ambas, misteriosas y inevitables,
En nuestras vidas, a veces implacables.
Soledad, en tus espacios reflexiono,
Muerte, en tus límites el fin entono.
Pero en esta danza de sombras y luz,
Descubro que en vosotras encuentro mi cruz.
Soledad, me enseñas a conocerme,
Muerte, a valorar lo que la vida ofrezca.
En el silencio yace el crecimiento,
En la partida hallamos el momento.
Soledad y muerte, en su abrazo hallamos,
El recordatorio de que somos seres amados.