¡Hey, hey! Aquí Ani.
Escribir estas líneas me ha costado más de lo que imaginé, pues en cada palabra hay un pedazo de verdad que preferiría ocultar, pero que, por respeto a quienes me han acompañado, debo entregar sin disfraz.
Durante este tiempo, he atravesado circunstancias que me han puesto a prueba de maneras que aún intento comprender. He luchado conmigo misma, y en ese forcejeo he terminado perdiéndome más veces de las que me he encontrado. He permanecido aquí, intentando mantener encendida una chispa que, sin darme cuenta, se consumía en silencio. Y aunque el deseo de continuar me acompaña, lo cierto es que no he podido ofrecerles todo lo que soy. Decir lo contrario sería una mentira que no quiero ni puedo sostener.
No es sencillo admitir que he perdido batallas contra mí misma. Y que he dudado incluso del valor de mis propias historias, preguntándome si alguna de ellas merece realmente ser contada, o si son apenas ecos dispersos que se deshacen antes de llegar a buen puerto. Y no quiero que quienes me leen esperen años por una obra que acabe vacía, sin coherencia, sin alma.
Así que he decidido dar un paso atrás, apartarme un tiempo. No sé cuánto durará este silencio, pero sé que lo necesito para recuperar algo que se ha extraviado en el camino. Tal esté mejor cuando pase el invierno, y vuelva antes de diciembre o después. Sólo tenía que dejar esto aquí para que no esperen mucho de mí.
A quienes me han acompañado hasta aquí desde siempre, gracias. Gracias por cada instante que han compartido con mis letras, por cada mirada paciente hacia mis mundos imperfectos, y los cambios imprevistos.
Si al volver aún me esperan, les recibiré con un corazón agradecido. Y si no, me quedaré con la certeza de que, aunque breve, su compañía ha sido un faro en medio de mi propia noche, mis lectores fantasmas.
Las pausas también son parte de la historia, y a veces, solo en el silencio, uno recuerda por qué empezó a escribir.
Con amor.
Eternamente; Ani.