Bony, párvula, esa pequeña inocente, ingeniosa, tan soñadora y llena de esperanza. Se rabiaba, se antojaba, hurtaba, de a ratos se apagaba , pálida y enferma de dolor.

 Siempre con la certeza de que lo mejor estaba por venir, ella sonreía .

Se sorprendía . 

Era invencible, y no hablo de que no vivenciaba tormentos, hablo de que sufría, se dolía y sacaba fuerzas y fuego de algún recoveco oculto.

Su voluntad para levantarse e ir al frente de la batalla eran semejantes al mar, inmensurable, ilimitado, infinito. 

 Crecía y las tormentas ahora eran más intensas. Pero con la virtud de poseer herramientas útiles para combatirlas.

 Esta es la historia, el mecoño de lo que sería toda una aventura.