No lo sé, la vida es extraña. Las contradicciones son de lo que me causa más dolor de cabeza.

Por alguna razón, escribir libera a las personas. Plasmar los sentimientos en papel es extraordinario. Las palabras no fluyen de una manera tan hermosa como cuando se les da rienda suelta a partir de una emoción, recuerdo o pura imaginación. Ese es mi problema. Mis dudas no se disuelven en tinta, se intensifican. Si tuviera que escoger mi mejor cualidad y mi peor defecto, para ambas elegiría la Imaginación. 

El poder de mi imaginación es increíble, pero también me es nocivo. No puedo negar que con mi imaginación he escrito las frases más hermosas, he compuesto un poema genial y me sorprendido a mi misma con mis propias creaciones, pero también me he quedado aterrada. 

A veces se siente como si mi imaginación tuviera su propia mente. Lo siento cuando me autosaboteo, por ejemplo. ¿Cómo así? No lo sé.

Escribiendo le he creado un mundo a todas las ideas que inundan mi cabeza, pero la sensación de que me está envolviendo en él es constante. 

El exceso de tiempo libre combinado con una imaginación poderosa puede ser muy peligroso. Sólo eso digo. Hasta ahora ninguna de mis estupideces la he traído a la vida (Mas que un par de historias de las que no me arrepiento) pero sé que en algún momento terminaré totalmente controlada por la perfección y felicidad perpetua que ofrece la imaginación. Hasta entonces, seguiré escribiendo lo que me plazca. (¿O lo que le plazca a mi imaginación?)
No lo sé.
Fin.