"El golpe vino de abajo.
De esa forma cayó el Reino de Oro. No a manos del Imperio del Mar, ni de La República del Sol. No por parte de los peligrosos colonos de las Islas de Fuego ni de los Asesinos de la Torre de Soul. No, aquella noche simplemente se consumió en el fuego, sin quedar un solo superviviente, sin quedar un solo testimonio. Y esas palabras que soltó un sacerdote en sus ultimos momentos de vida fuerón el unico indicio. Y si, el golpe debió venir de abajo, de las cavernas más bajas y ruines que eran Las Cuevas del Diablo.
Esa sería la unica explicación para que alguien fuese capaz de llegar a el Reino. Pero, habia algo que no encajaba. En las cuevas, solo habitaban los Nicro, esas criaturas pacificas que vivian, por y para el Reino de Oro. Era imposible.
La segunda posibilidad sería que alguién, externo, usara las cuevas como metodo de entrada. Pero cualquier hombre podía entrar en Las Cuevas, pero salir...
Las cuevas se mantienen en constante cambio, los pasadisos se abren y cierran, convirtiendose en un laberinto imposible de resolver. No es raro que en otros tiempos fuese el lugar de castigo para los delincuentes del Reino, quienes desesperados y perdidos de cordura terminaban muriendo entre las rocosas paredes.
El Reino sin embargo, nunca reveló en que punto los Nicros llegarón a habitar las cuevas. Pero estaba más que claro que la conocian a la perfección y nunca se perdían en esta, como lo hacian, es otro gran misterio.
Pero desde la "Caida" nadie volvió a aquel lugar, sin saber en realidad por qué, la gente lo evitaba, y poco a poco las ruinas se volvierón en un lugar vetado, conocido como: Las Ruinas de Oro. Y nadie se atrevió, además de los Nicros, a vivir en la Región Noroeste de la Tierra de Polo.
O eso creían..."