Conforme el protagonista se sumerge más en el poder del vacío, su apariencia comienza a cambiar gradualmente. Su piel adquiere un tono pálido y translúcido, como si estuviera compuesta de sombras. Sus ojos brillan con una intensidad sobrenatural, reflejando el abismo que se está apoderando de su ser. Pequeñas grietas oscuras aparecen en su cuerpo, como si estuviera hecho de fragmentos del vacío mismo.
Además, a medida que el vacío lo consume, el protagonista se vuelve más distante y enigmático. Su presencia se vuelve imponente y misteriosa, y su aura oscila entre la atracción magnética y el temor. Aunque su apariencia pueda parecer aterradora para algunos, también irradia una extraña belleza y poder.
Esta transformación física gradual puede servir como un recordatorio constante del precio que el protagonista está pagando por su conexión con el vacío. A medida que avanza la historia, su apariencia se vuelve más marcada, lo que refuerza el conflicto interno del protagonista y su lucha contra su propia naturaleza consumida por el vacío.