—¿Y cuál es esa condición, señor D'angelo? —pregunté, intentando mantener mi tono firme aunque mi corazón latía con fuerza.
Sus dedos acariciaron lentamente la línea de mi mandíbula, su tacto tan íntimo que me derretí por dentro.
—Que siempre me marques como tuyo, como lo hiciste ahora —susurró, su aliento rozando mis labios—. Porque no hay nada que ame más que saber que soy completamente tuyo, castaña.
AAAAAAHHHHHH!!!!!!!!!
Como amo que todo vaya bien en la mitad del libro, todos sabemos que acaba mal muejejeje (perdon)