La carta que jamás entregué...
"Como último acto de amor, tuve el valor de perderme en el tiempo. Pues aunque de tus labios no había salido palabra alguna, entendí que yo ya no era tu más grande anhelo. ¿Odiarte?, No. El odio no es más que un acto de descarada cobardía. Tomar el veneno y aguardar con gozo la muerte de alguien más. Amar, es un acto violento, apasionado, desenfrenado e incluso voraz. Pero más que todas aquellas cosas, es una oda a la valentía, pues la sinceridad no es más que la cúspide del valor. Caminar de la mano con alguien no es ni de lejos una tarea sencilla, tampoco está próximo a existir en la temporalidad de un efímero sentimiento, es una elección consciente. Sin embargo, antes de caminar, es menester sanar las heridas. El desconocer las mil y un cicatrices que ha dejado un pasado, no hará más que darle un giro dificultoso a las circunstancias. Por eso lamento desde los adentros de mi corazón que tu dolor haya llovido sin piedad sobre mi cuando no fui yo el responsable. Simple y sencillamente quise ser de ayuda en el proceso de sanar pero jamás me percaté de que tal vez no estabas lista para hacerlo. No fue por falta de valor que me alejé, fue porque tuve el coraje de aceptar que no era yo lo que yacía en los deseos de tu corazón. No tienes ni la más remota idea de cuanto amor me costó pero al final, me alejé de ti porque comprendí que yo ya no era lo que querías".
—Anonimo.
Devastador. ¿No es así?, Tuve la dicha o desgracia de encontrar esto hace algunos días en el rincón más recognito de Internet. Sinceramente, quedé estupefacto. La crudeza con la que está plasmada cada una de las facetas del dolor del autor, es desgarradora. Quise compartirlo.
Volpe Fuori.