"Ese hombre la mira fijamente, sin alma en su mirada, en el silencio de la sala. Es una figura imperturbable bajo los focos fluorescentes, con la quietud de una lápida y la sentencia de lo macabro manchando su aura. Hay rasgos que rozan lo inhumano deformando su expresión de piedra. Las posibilidades son infinitas, la muerte es una sola. Así no hay forma de que ella no se retuerza contra la esquina de la habitación, indefensa e impotente, sucumbiendo al sudor frío, a la inyección de adrenalina.
Es una premonición de lo inmediato, lo sabe, va a romper el silencio con un grito, y solo dos personas van a escucharlo, ahí en su tumba"