Hace dos semanas viajé por primera vez en avión, jamás había tenido un sentimiento de pertenencia tan fuerte como el que sentí al viajar sola y entregar mi boleto. Sentí que podía hacer eso por el resto de mi vida.
Conocer lugares, personas, moverme de un lugar a otro. Siento que ese es mi lugar, no importa lo que coma o donde duerma, necesito viajar más. Es como una adicción, no puedo dejarlo una vez que lo he probado. Quisiera explorar culturas, fotografiar personas. Necesito hacerlo de nuevo, una y otra vez. No he podido sacarlo de mí mente.
Sé que tendré que ahorrar dinero, pero lo haré con gusto.
Próxima parada: Osaka, Japón...