Cuando íbamos de la mano recorriendo las calles, ella solía girar su cabeza hacia arriba, contemplando el cielo.
Entonces un día voltio hacia mi y me pregunto:
-¿Por qué nunca miras al cielo?
-Te equivocas, siempre estoy mirando mi cielo -le conteste mientras mis ojos aun contemplaban su rostro...
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