De repente te detienes, tus ojos se vuelven cristalinos, las lágrimas amenazan con salir ese nudo en tu garganta se vuelve insoportable, las ganas de gritar, patear, golpear son cada vez más fuertes pero no sucede solo te quedas ahí en un rincón de tu habitación abrazando tus rodillas con la mirada perdida mientras la primera lágrima resbala por tu mejilla, lamentando te porque no escuchaste los consejos que tus viejos te daban. Quisiste hacerlo a tu manera esperabas que las cosas te cayeran del cielo porque ya le habías suplicado a tu Dios que te diera eso que tanto anhelabas cuando la realidad te golpea tan duro y eso que tanto suplicaban nunca llego todos te dijeron que con solo suplicar hacia el cielo no lograrías nada tenías que ir tú, arriesgarte para que aquello se volviera realidad pero no, creiste que el tiempo te iba a dar lo que pedías pero lo único que obtuviste fue tiempo perdido, la culpa te esta consumiendo.
Ahora mírate tan débil, tan triste, tan sola, tan rota. Tan tú.