Yu,
Nunca pensé que llegaría el día en que tendría que escribirte esta carta, pero aquí estoy, enfrentando lo que por tanto tiempo he intentado ignorar. Siempre supe, en el fondo, que para ti nunca fui suficiente. Que siempre fui tu segunda opción, tu favorito de repuesto, mientras otras ocupaban el lugar que yo tanto quise tener.
Es difícil para mí aceptar que todo este tiempo no he sido más que una sombra, un consuelo cuando tus “primeras” no estaban disponibles. Me duele pensar que mientras yo me entregaba por completo, mientras hacía todo lo posible por ser quien siempre estuviera ahí para ti, tú andabas ocupada con ellas. Porque sí, Yu, yo sé que ellas existían, aunque fingieras que no era así.
No me digas que no fue así. No me digas que soy exagerado. Que todo esto es producto de mi imaginación. Porque, al final, las pruebas están ahí, en cada vez que me ignorabas por atender a esas otras “amigas”, en cada secreto que compartías con ellas mientras yo quedaba fuera. ¿De verdad pensabas que no me daría cuenta?
No sé qué fue peor, Yu: si enterarme de que te compartías con todas esas otras personas o descubrir que, incluso en eso, fui el segundo en todo. El segundo. La segunda opción cuando no quedaba nadie más. El plan B. Y sí, tal vez yo permití que esto pasara, tal vez me aferré a la idea de que algún día te darías cuenta de lo que teníamos, de lo que podríamos haber sido. Pero ahora, todo lo que veo es la realidad, una realidad en la que nunca fui tu prioridad.
Así que aquí te dejo este reclamo, con la esperanza de que al menos una vez, una sola vez, me des la importancia que siempre busqué, aunque sea para escuchar lo que tengo que decir. Y si no, bueno, supongo que seguiré siendo tu “segunda” incluso en el olvido.