Oigan, ya escribí el epílogo de Pesadilla sin haber escrito los seis capítulos restantes.
Creo que pocos saben que yo no me guío por una escalada narrativa tradicional, sino más bien por lo que los personajes me van diciendo o me van pidiendo conforme la historia avanza. Nunca he sido de seguir estructuras fijas. Lo único que tengo claro desde el comienzo es el principio, el quiebre y el final.
Todo lo demás, lo construyo en el camino.
Creo que amar implica muchas cosas, y esta historia nos lo va a demostrar con el cierre que tiene. El dolor es parte de la vida, y la muerte, muy a nuestro pesar, es algo que nos rodea. Pesadilla nunca fue solo una historia de amor; fue también una historia sobre lo que duele, lo que se pierde y lo que elegimos a pesar de todo.
Esta es una nota larga, que quizá nadie lea, pero me ha nacido escribirla. Quiero que cuando vuelvan a leer la historia, vean más allá de lo que sus ojos ven, quiten las capas, y entiendan que amar requiere sacrificios. Y que no siempre es correcto elegir el amor por encima de nuestro propio bienestar.
Buenas noches