Las amistades pueden ser tan complejas que, a veces, ni siquiera sabes si quieres ser como esa persona, estar a su lado o alejarte de ella por completo. Hay momentos en los que se muestran poco confiables, pasivo-agresivos, incluso arrogantes contigo… y no puedes evitar preguntarte por qué. ¿Cómo es posible que alguien sea tan cálido y reconfortante un día, y al siguiente, tan distante y desconcertante?
Intentas entenderlo, pero solo logras sentir que la relación se vuelve sofocante. La ves como una persona difícil, impredecible, y aún así, por más que quienes te rodean insisten en que te alejes, algo dentro de ti no puede soltarla. Puedes enfadarte, decepcionarte, incluso prometerte que es la última vez… pero ese enojo nunca dura mucho.
Lo cierto es que el lazo que te une a esa persona va más allá de la lógica. Es un vínculo extraño, casi como una relación emocional sin nombre. Porque a pesar de todo el caos, de las dudas y contradicciones, sabes que hay una conexión profunda, única, que no se puede sustituir. Y aunque duela, aunque te consuma, no puedes imaginar tu vida sin ella. Porque dejarla ir sería como perder una parte de ti.