— Rodeó con ambos brazos la anatomía adversa y reposó su rostro en la curvatura del cuello, propinando cálidos ósculos desde su hombro hasta el inicio de la barbilla en movimientos suaves y lentos, conectando sus miradas para dedicar una alegre sonrisa en respuesta.
Antes de unir sus labios en una danza celestial, juntó sus frentes e inhaló profundamente el aroma ajeno para resguardarlo de forma eterna en su memoria. Sus belfos se encontraron y sus manos acariciaron los mechones oscuros de su cabello, acercándose más hasta sentir los latidos de su corazón latiendo en sincronía con los propios—.