Entrecierra a duras penas su único ojo, clavando el mismo en las facciones del conejo. Notaba perfectamente como éste temblaba, y era sabedora de lo vulnerable que lo ponía la cercanía y la situación.
Aunque bien no era el único.
Los labios del oso estaban entreabiertos, y su pecho subía y bajaba a una velocidad algo rápida a comparación de cómo lo hacía normalmente. Jadeante, espera una respuesta de parte del conejo animatrónico.
Pero eso no significaba que lo haría de forma paciente.
Alza una ceja, sin retirar su mirada del nervioso semblante ajeno. Aunque su petición lo había tomado por sorpresa.
Parpadeó.
— Un... Beso. — repite, en un tono de voz bajo.
El oso cierra los ojos, antes de finalmente unir sus belfos con los del conejo color ocre. Se separó casi al instante, clavando su orbe amarillo en los orbes grisáceos del más alto.
Los falanges de la mano que acariciaban con anterioridad la mejilla contraria, retomaron tal gesto.
Y, sin pensarlo dos veces, Lefty volvió a unir sus labios con los del otro, todo con el propósito de iniciar un segundo ósculo.
Más duradero, por supuesto. E incluso, se dió la libertad de introducir su lengua en la cavidad bucal del otro.
El pelinegro vuelve a mover su cintura, arrebatándole uno que otro gemido y jadeo durante la unión de ambos labios. — M–mnghh... ~ hnmh... — sus piernas estaban temblorosas, y en parte, se veía necesitado de tener mucha más cercanía con el conejo.