A Carla no le gusta escribir, en realidad, lo que le mola es hablar, y cuando no puede hacerlo con su voz, habla por las teclas. Vamos, que escribe cuando no está dando vueltas por el mundo, viendo la última película con título imposible o dando de comer a los patos de la charca de al lado. Ha vivido en Valencia, Cádiz, París, Londres, Atenas, Pensilvania y en las Tierras Altas de Escocia, aunque actualmente reside donde sus montañas de libros la dejan y no le cuestionan si tiene ya más proyectos pendientes que pecas. Lee de noche, porque de día aporrea su batería, hace yoga cabeza abajo o dibuja en su bullet journal su última receta de granola. Tienes en tus manos su primera obra, en la que, para no aparecer, la encontrarás en todas partes. No le des mucha confianza o empezará a contarte la segunda, la quinta y la vigésima. Si no con su voz, con las teclas.