Ahí estaba agachado, con la espalda contra él enorme escritorio. Parecía estar sentado en un charco de oscuridad. Tarde un momento en darme cuenta de que era sangre; negra bajo la tenue luz, charcos pegajosos por todas partes, secándose en el suelo. Tenía arremangada la camisa, que estaba salpicada de sangre. Sujetaba un cuchillo en la mano derecha.
-Perdóname. he tenido que hacerlo. Tenía... demasiados pensamientos. Sueños. Sus voces vienen a mi en sangre, ¿ves? Cuando derramo la sangre, dejo de oírlos.
-¿Qué voces?
- Los ángeles en él alto cielo. Y los demonios del profundo mar.
Oía voces que nadie más podía oír, veía cosas que nadie más podía ver. «Lunático» Había otras palabras, aún mas feas, pero no residía en ellas ninguna compresión, ninguna tolerancia, ninguna compasión.
†LadyMidnight†