Espesa noche melancólica.
He llenado mi vacío con dulce sabor azucarado, podía sentir la vividez sin remordimiento, pero el pecado nace con recelo y desvía toda esperanza placentera el conflicto, viene y va como un sueve Vaivén despiadado. ¿Estoy siendo irracional?
El pensamiento recorre el egoísmo del joven triste, el sentimiento no es llenado, el arrepentimiento se apodera luego de sentir su pecado.
La brisa piadosa acompaña su tristeza, mientras la luna baña su alma con sentimiento de nostalgia la espesa noche trajo consigo consuelo y dolor, cómo si fuese una tortura pero también un alivio.
Los fragmentos son recordados, y un suspiro se escapa de sus labios, temblado en el frío de la brisa que le grita que aún está vivo.
El pesar se me esfuma el vacío vuelve, el pecado se pega a su piel como aquel invierno que le mintió a su amado.