Clio-Emma

"Y acá estamos otra vez, rogando que alguien te mire, porque cuando querés que alguien te mire no importa ninguna otra mirada. Vos querés esa mirada y ninguna más. 
          	
          	Pedimos a gritos desesperadamente que abran sus ojos y nos miren, que nos vean, vean nuestro dolor y nos entiendan. 
          	
          	Hacemos enormes esfuerzos para no necesitar de nadie, para no necesitar una mirada para existir, pero somos esclavos de esa mirada porque la necesitamos, como al aire. 
          	
          	Hacemos cualquier cosa por atraer esa mirada, intentamos ponernos en el campo visual del otro, quisiéramos tener un reflector que nos ilumine, quisiéramos brillas para ser mirados. 
          	
          	Lo curioso es que los ojos que más nos obsesionan son los que no nos pueden mirar. Pero la mejor mirada no es la que se nos niega, sino esa mirada que no vemos, esa que ignoramos distraídamente. Esa mirada inesperada, fuera de todo cálculo, esa mirada que nos ve cuando no nos sentimos mirados, y por lo tanto, nos mostramos mejor. Es una mirada capaz de atravesar la máscara y ver lo que hay detrás.
          	
          	Es imposible pedirle que nos mire a una mirada vacía, vaciada. Pero lo queramos o no, somos esclavos de esa mirada porque todos somos luces apagadas que sólo se enciende cuando alguien nos mira."
          	
          	

Clio-Emma

"Y acá estamos otra vez, rogando que alguien te mire, porque cuando querés que alguien te mire no importa ninguna otra mirada. Vos querés esa mirada y ninguna más. 
          
          Pedimos a gritos desesperadamente que abran sus ojos y nos miren, que nos vean, vean nuestro dolor y nos entiendan. 
          
          Hacemos enormes esfuerzos para no necesitar de nadie, para no necesitar una mirada para existir, pero somos esclavos de esa mirada porque la necesitamos, como al aire. 
          
          Hacemos cualquier cosa por atraer esa mirada, intentamos ponernos en el campo visual del otro, quisiéramos tener un reflector que nos ilumine, quisiéramos brillas para ser mirados. 
          
          Lo curioso es que los ojos que más nos obsesionan son los que no nos pueden mirar. Pero la mejor mirada no es la que se nos niega, sino esa mirada que no vemos, esa que ignoramos distraídamente. Esa mirada inesperada, fuera de todo cálculo, esa mirada que nos ve cuando no nos sentimos mirados, y por lo tanto, nos mostramos mejor. Es una mirada capaz de atravesar la máscara y ver lo que hay detrás.
          
          Es imposible pedirle que nos mire a una mirada vacía, vaciada. Pero lo queramos o no, somos esclavos de esa mirada porque todos somos luces apagadas que sólo se enciende cuando alguien nos mira."