Las palabras son despojadas de su significado a través del tiempo, con la meta de que no quede nada más que simples interpretaciones escondidas en algún lugar de las páginas que, hechas cenizas, han de descansar entre cimientos expuestos y tapices escrachados a merced de las arrasadoras palabras que, por fino infausto, se han hecho dignas de nimiedad. 

La literatura no hace excepción alguna, y es ésta la que ha de soportar la sátira y sangrientas burlas de quienes, por gusto, se allegan a ella. 

Remarque usted que con esto, niego yo, no planteo como mi objetivo dar a conocer un tratado, ni mucho menos, ninguna clase de relato por más peculiar que lo imagine. Yo busco provocar el nacimiento de una serie de eventos y dichas que entronicen el pensamiento moderno. 

Pensará usted algo. No lo deje así. Dele forma a su pensamiento y exprese lo inefable en palabras. Efectivamente, es cómo la historia de aquella bella dama, víctima de la arrogancia y narcisismo humano, que se arrancó sus propios ojos por amor. Una narración patética, absurda mente hermosa e improbable.  

Ojalá tenga usted el lujo de fino gusto, y si no es así, no se altere. Ya verá que pronto lo tendrá.

Por favor, sea bienvenido/a.