Vas caminando por un hermoso campo, el dulce y fresco aroma de las flores junto con la melodía de algunos pajarillos que revolotean alegres, crean un concierto único de sonidos y perfumes. Cruzas un pasillo de pequeños árboles que invitan a descansar bajo su sombra. Cuando llegas al final, una magestuosa puerta de madera se alza frente a ti. Parece tan antigua como el principio del mismísimo tiempo, estando cubierta a la vez de un verde tan vivo constituído en su totalidad de curiosas plantitas trepadoras, logrando así un contraste mágico. De pronto, una suave brisa empuja la puerta, apareciendo frente a ti una gran cueva llena de niebla. Decides entrar porque de algún modo que está fuera de tu entendimiento, aquí no sientes temor, aquí no hay nada que se le parezca. La puerta se cierra delicadamente y quedas dentro. Del eco y del silencio, entre aquella enigmática inmensidad, surge una voz:
Hola.  Qué dicha, qué placer, qué alegría recibirte por fin. Y con esas simples palabras te maravillas con lo que escuchas, porque esa voz no es humana, vegetal o animal, es todo al mismo tiempo. Es la cristalina canción del agua, el susurro del viento, el cantar de los mares y el rugir de las montañas. Y mientras habla, la niebla que baña el lugar se va dicipando.
Aquí continúan tus aventuras, aquí podrás comprender, soñar y vivir increíbles experiencias que harán trabajar a tu mente y brillar tu alma.
Ahora la niebla ya se ha ido, quedando en su lugar un precioso bosque repleto de frondosos árboles, siendo algo por descubrir el mundo que hay más allá de la cueva.
Lo último que dijo la voz antes de permitirte continuar fue:
Bienvenido a Maghistorium,. El mundo de las historias mágicas.