CondeDeLasPalmas

La Guevara
          	                                                                                 I
          	                                                Pretendí de amores de Guevara
          	                                                         y la Guevara dichosa
          	                                                                 me desdeño.
          	
          	                                               Dejándome así al desamparo
          	                                                              de sus amores.  
          	 
          	                                                Ay, de mi, pobre hombrecillo                                                                                                                                 
          	                                          quien solo requeria de sus amores.
          	
          	                                                               Yacía y divisaba 
          	                                                                    a la lejanía
          	                                                          caricias que jugarían
          	                                                       Con pedazillos Del amor
          	                                                       Que en mi una vez crecía.
          	 
          	                                                                             II
          	                                                                    Indeseada
          	                                                                  a mi caricia
          	                                                                 altanera ella
          	                                                       obsequiosa su ternura
          	                                                           urgía yo mancebo
          	                                                     aunque en mi recelo crecía
          	                                            por el dueño de su mano y amores
          	                                               ella testaruda aun cuando bella
          	
          	                                                                                                       Conde de las palmas.

CondeDeLasPalmas

La Guevara
                                                                                           I
                                                          Pretendí de amores de Guevara
                                                                   y la Guevara dichosa
                                                                           me desdeño.
          
                                                         Dejándome así al desamparo
                                                                        de sus amores.  
           
                                                          Ay, de mi, pobre hombrecillo                                                                                                                                 
                                                    quien solo requeria de sus amores.
          
                                                                         Yacía y divisaba 
                                                                              a la lejanía
                                                                    caricias que jugarían
                                                                 Con pedazillos Del amor
                                                                 Que en mi una vez crecía.
           
                                                                                       II
                                                                              Indeseada
                                                                            a mi caricia
                                                                           altanera ella
                                                                 obsequiosa su ternura
                                                                     urgía yo mancebo
                                                               aunque en mi recelo crecía
                                                      por el dueño de su mano y amores
                                                         ella testaruda aun cuando bella
          
                                                                                                                 Conde de las palmas.