La noche no se hizo para mi y el día no se hizo para ti, cuando el sol anuncie que el día esta acabando podremos volvernos a ver.
Nunca comprendi porque mis padres no me dejaban salir de casa en las noches, yo quería salir a fiestas o a piyamadas pero su respuesta siempre era "no".
La rebeldía se me hacia tentadora y fue entonces que me escape antes de que oscureciera. Corri como nunca, sentí la frescura del viento y el olor a pasto, veía el cielo que se entremezclaba con el rosa,el anaranjado y el celeste.
Mis curiosos ojos observaban mi alrededor, estaba solitario y eso me causo una sonrisa; por primera vez era rebelde, y lo disfrutaba.
Caminando un poco pude apreciar una sombra alta.
Mi mente me decía que no lo hiciera y mi cuerpo estaba de acuerdo, pero la curiosidad gritaba a todo pulmón y por eso camine directo a la silueta. Estaba parado cerca de un árbol con un cigarro en sus labios, trague saliva dándome cuenta de que tenía la garganta seca.
Mi mano se acercó a su hombro varias veces hasta que tome valor y llame su atención, unos ojos verdes me miraron curiosos quitándome la respiración.
- Un solcito como tu no debería estar aquí -había quitado su cigarrillo de su boca solo para molestarme pero solo logró que le sonriera- no me sonrías -se quejo alejándose de mi. Sabía que no debía seguirlo y que de seguro ese tipo no me quería ver- deja de seguirme -se dirigió nuevamente a mi, mis pies seguían caminando negándose a hacer caso.
Fastidiado por mi actitud, se dio vuelta y me miró. El cigarrillo ya había sido olvidado en el suelo así que prefirio no hablar.
-Nos vemos -