Soy Cristian Ferrero, me dicen "Kiti". Desde pequeño el desarraigo, la curiosidad y la inquietud son parte de mi familia, una forma que aprendí e hice mía.
Con el tiempo, acompañado o en soledad he seguido en persistente movimiento.
Por extraño que parezca no viajo por un motivo fijo, mutación, a veces sólo coleccionaba sellos y fotos famosas, aprender un idioma, paisajes naturales, ciudades, conectarme con teatros, trabajar y por amor, obvio; me han movido ajenos deseos y en otras situaciones propios; me he buscado, encontrado y perdido.
Recorro las rutas del destino a dedo, en tren, avión; también marcho en películas, recuerdos, escenarios y otras tantas en páginas de libros.
He viajado mucho, eso no me convierte en viajero.
No tener casa fija no me convierte en nómade.
Me aburro fácil y fácil me divierto.
Como los amigos se cuentan con los dedos de una mano, me olvidé de sumar.
En un fragil acuerdo con mi autoestima me convencí de dar acceso a otros ojos a mis palabras.
Como diría A. Di Benedetto: leo mejor de lo que escribo.

En un arrabal se me presentó una verdad murguera:
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"se aprende menos de lo que se ignora".