Las aventuras vividas a lo largo de la vida marcan a la gente, pues desde mi llegada aquí he experimentado muchas formas de escritura y he conocido escrituras grandiosas. Creé y Destruí, mis personajes me han nutrido más de lo que yo creía, aquel personaje fantasmal que fuí construyendo en mi vida; aquel que vivía encerrado en cuatro paredes de su cueva y miraba el mundo por ventanas empañadas, creo yo fuese mi personaje más grande que jamás escribí.
Estos caminos me han llevado a madurar y conocer un lado apasionado que no había sentido, pues conocí a la encarnación de la revolución. Una pequeña gran voz que se presentó ante mi de la forma más inesperada posible. Está flama resultó tan intrigante y atractiva para mí porque, así como su propia esencia lo dicta, guardaba en su interior los secretos de un mundo que yo miraba por cristales sucios.
Ahora mismo me veo envuelto en la revolución, en el grito de la pasión que me envuelve y motiva a la vez que me relaja ante las adversidades. Simplemente me he enamorado de la misma revolución.